Nunca está de más un buen golazo sorprendente que levante a todo el mundo del asiento y te aporte ese granito de felicidad en un domingo feo que al menos acabó con una pequeña alegría en forma de celebración, de empate, de punto, o lo que considere cada uno. A mí me da la sensación de que, más allá del punto en sí, de ver funcionar al francotirador croata por primera vez en su función goleadora (porque su partido fue muy pobre hasta entonces), del pequeño placer de que la racanería colchonera no se lleve los tres puntos con semejante actuación, y de que la Real no sumase la quinta derrota en casa en lo que va de curso (y esta es más alivio), no hay mucho más que festejar en la Real. El parón va a ser largo, no eterno pero sí largo.

Con una política de rotaciones que prioriza claramente la competición liguera y que preserva la frescura de tus teóricos mejores jugadores, exceptuando a Brais que entrará más pronto que tarde en el ‘once tipo’, la realidad es que el partido, ritmo, fútbol, generación, fuerza, despliegue físico y demás factores de la Real ante el Atlético fueron bastante pobres. Nada que ver con la Real que venía creciendo. Todo afectado por un arranque con una empanada mayúscula que provoca lo que siempre debes evitar ante el Cholo: recibir gol pronto.

Pero una vez el Atlético planta el autobús 5-4-1 atrás, que es casi inabordable, no se entiende bajo ningún concepto que dos delanteros de 20 millones, uno de ellos el gran fichaje del curso y que marcó un doblete ante el Valencia, no salgan al terreno de juego y te quedes con sólo dos cambios realizados. Lo dicho, la Real suma y ya es algo, pero hay mucho por mejorar y explicar, y el equipo debe crecer ya, pero sobre todo debe sumar con continuidad ya porque Europa no espera a nadie. Pero primero, fecha FIFA otra vez. Zubieta volverá a vaciarse.