Nacionales – La trayectoria de un terrorista en Brasil revela la expansión de Irán y Hezbolá en América

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Según una información exclusiva revelada a Infobae por Emanuele Ottolenghi, asesor de la empresa 240 Analytics, una plataforma de elaboración de datos para mitigar el riesgo de terrorismo y su financiación, el hombre por el que el Gobierno alemán solicitó en 2005 al Tribunal Supremo Federal (STF) de Brasil su detención y extradición, acusado en aquel momento de narcotráfico, es uno de los dos terroristas de la operación Trapiche. Se trata del libanés Haissam Houssim Diab, cuya extradición fue denegada por el STF en 2006. En aquel momento, para eludir a las autoridades, el terrorista utilizaba varias identidades y seudónimos, lo que hacía extremadamente difícil, si no imposible, el cruce de datos entre los dos países. El hombre es actualmente buscado por la Interpol junto con Mohamad Khir Abdulmajid, un sirio naturalizado brasileño con madre libanesa. Ambos, operativos de Hezbollah, proxy de Irán, habían planeado una serie de atentados contra objetivos judíos y reclutado a ciudadanos brasileños para llevarlos a cabo. El plan fue frustrado en noviembre de 2023 por la Policía Federal brasileña con la ayuda de los servicios de inteligencia estadounidenses e israelíes. Antes del plan terrorista, Diab había sido acusado por la jurisdicción de Düsseldorf de formar parte de una red de narcotraficantes que, entre 2001 y 2003, transportó cocaína desde América Latina a Europa. Una foto publicada por Diab en sus redes sociales, casi una década después del juicio del STF, en 2014, publica una foto tomada precisamente en Alemania, en Münster. Además del terrorista, el Gobierno alemán solicitó en 2005 la detención y extradición, también denegada, de otro miembro libanés de la red, cuyo hermano había abierto un pequeño bar en San Pablo, justo con Diab.
Por María Zuppello | Infobae
Según el documento de la operación Trapiche de la Policía Federal, el terrorista fue procesado en otro juicio por contrabando de mercancías en 2012 ante el Tribunal Superior de Justicia. En un de los documentos del proceso Diab fue acusado “de operaciones de cambio” que “habría realizado con la intención de transferir irregularmente al extranjero grandes sumas de dinero”. “De los documentos se desprende que la transferencia de divisas realizada por el representante de la empresa al extranjero no fue reconocida administrativamente como regular por el Banco Central de Brasil, lo que, en principio, indica la configuración de un delito contra el sistema financiero internacional”, se lee en uno de los documentos del proceso.


En cuanto al narcotráfico, según el informe de Ottolenghi titulado “El plan terrorista de Hezbollah en Brasil”, en 2017 Diab fue detenido por las autoridades de Paraguay en una redada policial en la casa del narcotraficante libanés Akram Abed Ali Kachmar, vinculado al financista de Hezbollah Ali Issa Chamas. En 2017, Chamas fue condenado a 42 meses de prisión en Miami por tráfico de cocaína en Estados Unidos. Según el informe de Ottolenghi, el análisis de los contactos telefónicos de Diab reveló varios contactos con diferentes empresas de cambio de divisas, entre ellas Chams Exchange. El Departamento del Tesoro de los Estados Unidos la sancionó en 2019 por su participación en actividades de blanqueo de capitales entre Australia, Colombia, Italia, Líbano, Países Bajos, España, Venezuela, Francia, Brasil y Estados Unidos. Además, Diab también mantuvo contactos con Sobhi Fayad, un financiador de Hezbollah con sede en TBA, sancionado por el Departamento del Tesoro en 2006.
Las investigaciones de la Policía Federal brasileña también revelaron las relaciones de los dos terroristas con Irán. Diab pasó allí tres meses, desde finales de 2017 hasta principios de 2018, mientras que Abdulmajid había estado allí el año anterior. Las operaciones de influencia del régimen de los ayatolás no se interrumpieron ni siquiera después de la operación Trapiche. El pasado mes de mayo, el ayatolá Ali Abbasi, presidente de la Universidad Internacional Al-Mustafa, que se ocupa de la formación de estudiantes chiítas de todo el mundo con el fin de difundir las doctrinas ideológicas del régimen iraní, hizo una visita oficial a Brasil. “Brasil, junto con Argentina, se ha convertido en los últimos años en el principal centro de atención y actividad de la universidad”, explica Ottolenghi a Infobae. “Ahora que en Argentina hay un gobierno enemigo del régimen iraní, muchos de sus esfuerzos se han desplazado a Brasil, donde se han establecido muchos centros islámicos, muchos de ellos dirigidos por sus antiguos alumnos. Creo que también hay una decisión política detrás de los esfuerzos dirigidos a Brasil, dadas las frecuentes visitas de representantes de Al Mustafa y del establishment clerical iraní: quieren consolidar y afianzar su presencia allí”, afirma Ottolenghi.
La universidad fue sancionada por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos en 2020, y posteriormente por Canadá, por haber acogido y entrenado a milicias chiítas pakistaníes y afganas en Siria en apoyo al régimen de Bashar al-Assad. Según el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, la Universidad Al-Mustafa “actúa como red de reclutamiento internacional para la Fuerza Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán”, que dirige las operaciones terroristas de Irán en el extranjero. Una de las instituciones asociadas a ella, el Instituto Cultural Islam Oriente, está dirigida por Mohsen Rabbani, el cerebro de los atentados contra la embajada israelí en 1992 y la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), en los que murieron 114 personas y cientos resultaron heridas. La universidad, con sede en Bogotá (Colombia) y Caracas (Venezuela), ofrece cursos en toda América Latina, incluso en Cuba. En Brasil ofrece cursos en colaboración con el Instituto Salam, también financiado por Irán.
“Fundada en 2007 tras la fusión de tres seminarios religiosos preexistentes, Al Mustafa se dedica a formar a estudiantes chiítas no persas procedentes de todo el mundo, así como a promover programas de proselitismo entre los no musulmanes, a quienes luego se lleva allí para impartirles cursos de profundización, es decir, de adoctrinamiento y radicalización”, explica Ottolenghi a Infobae. Según el experto, “parte del proceso también implica una estrecha cooperación con los Guardianes de la Revolución Iraní y sus fuerzas Quds, responsables de las operaciones fuera de Irán. En este contexto, Al Mustafa, según las sanciones estadounidenses, contribuyó al entrenamiento y adoctrinamiento de milicianos chiítas afganos y pakistaníes que formaron parte de las divisiones Fatemiyoun”, una milicia chiíta afgana, formada en 2013 para combatir en Siria durante la guerra civil siria junto al Gobierno sirio.
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