El Barça saltó al terreno de juego, el Joie Stadium, con una indumentaria extraña, fea e irreconocible. Camiseta azulgrana y un pantalón dorado-rosado que no corresponde a ninguna de las vestimentas de la presente temporada. Fue una señal de lo raro que fue el partido de anoche, donde el debut de Pere Romeu en Champions se saldó de la peor manera. Manchester City 2- Barça 0. Si las derrotas en una temporada se cuentan con los dedos de la mano, más extraño es, todavía, que el Barça se quede sin marcar. Y, anoche, apenas tuvo oportunidades. Un disparo a palo inicial de Graham al poste, una ocasión de Pajor que la exculé Aleixandri salvó en la línea y otro chut de Alexia, ya en el segundo tiempo, que de nuevo tapó Aleixandri, un valladar. 

Es decir, el Barça no solo perdió el partido sino que mereció perderlo. Y esto sí que pasa, solo, de uvas a peras. Pero anoche la presión alta ‘cityzen’ ahogó a las de Romeu, las inglesas ganaron la gran mayoría de duelos y de balones divididos y, fruto de todo ello, la imprecisión en el pase de las jugadoras catalanas fue una constante. Ni Aitana ni Alexia tampoco tuvieron su noche en el control de balón y del partido. Y la portera, Cata Coll, que no falla nunca, regaló el primer tanto por una mala salida en un córner, tan solo medio minuto después de haberse lucido con la gran parada de la noche. 

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Cura de humildad, pues, para las campeonas de Europa. El camino hacia la final de Lisboa queda intacto, el grupo del Barça parece fácil, pero tanto hablar de la cuarta Champions cuando no se había disputado ni el primer encuentro, ha sido un error de prepotencia del entorno del que todos deben aprender. Un accidente con recado.