El ejemplo de Morata tras volver a marcar ante Serbia

Espuelazo Puro
No ha sido un año fácil para Álvaro Morata (31 años). La temporada pasada vivió días muy complicados a profesionalmente que acarrearon críticas muy duras. También etapas muy difíciles a nivel personal, a veces a consecuencia de su oficio de futbolista. «Cuando tienes momentos duros de verdad, depresión y ataques de pánico, da igual el trabajo que hagas, la situación que tengas en la vida. Tienes otra persona dentro que tienes que luchar contra ella todos los días y todas las noches. Para mí lo mejor era irme de España. Llegó un momento en que no lo podía soportar», explicó en una reciente entrevista en la Cadena Cope. La situación le superó. «Cada vez que salía siempre tenía algún episodio, a veces sin maldad, con la gente sobre algo que había pasado en partidos anteriores. Y, al final, ellos tampoco querían ir a la compra. Llegó un momento en el que me decían tantas cosas delante de mis hijos que me daba vergüenza estar con ellos. Yo intentaba explicarles la situación».
Estos episodios de pánico llegaron a saturarle de tal manera que se perdió algún partido con el Atlético de Madrid el curso pasado. Se bloqueaba incluso en los entrenamientos. Pero finalmente pudo estar al 100 por cien en la Eurocopa, la ganó y se sacó “una espada que llevaba clavada”. Pero tras el triunfo en Alemania, su vida personal sufrió otro giro con su divorcio justo cuando fichó por el Milan. Le costó entrar con su nuevo equipo y tampoco estuvo con la selección en septiembre. El capitán, muy querido en el vestuario, volvió en octubre para liderar un equipo plagado de bajas. Sabía que le tocaba tirar del carro fuera y también dentro del campo, donde debía aportar goles.
Hasta llegar a Córdoba, con De la Fuente había disputado 19 partidos y se había quedado sin marcar en 15. Logró un hat-trick ante Georgia y anotó ante Escocia, en al amistoso contra Irlanda del Norte antes de la Eurocopa y en el primer partido del torneo continental contra Croacia. A Morata se le exigía más en la selección. Sobre todo desde fuera, porque durante la temporada pasada tuvo que soportar pitos en el Bernabéu en marzo. Fue otro mazazo importante para él, un momento delicado psicológicamente.
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Siete meses después, en Córdoba, una tierra especial para Morata porque pasó varias vacaciones durante su infancia, encontró cobijo. El delantero seguía negado de cara al gol, pero la afición no dejó de ovacionarlo y corear su nombre. Dispuso de tres grandes ocasiones, incluso falló un penalti que tiró arriba. La afición, sus compañeros y desde el banquillo no dejaron de animarle. Y esta vez superó al pánico y se impuso a la voz interior que tanto le empujaba hacia abajo. El capitán levantó la cabeza y volvió a sonreír tras un buen pase de Fabián. Esta vez sí, Morata logró superar a Rajkovic. Fue más que un gol, una liberación para un delantero que ha tenido la valentía de mostrarse vulnerable ante una sociedad voraz y cruel. Otra vez, ejemplar Morata
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