El Barça femenino gana casi siempre. Tiene esa gran virtud y ese gran mérito. Concretamente, hasta el pasado domingo había ganado siempre al Real Madrid. O sea, en los 18 partidos en los que se habían enfrentado ambos equipos desde 2020, con la aparición del fútbol femenino blanco.

Granar el Clásico femenino se había convertido ya en una rutina para las blaugrana. Lo único que se debatía era cuanto abultado iba a ser el marcador. La victoria simple había perdido valor.

El pasado domingo las madrileñas lograron romper esa ecuación. Ciertamente de forma injusta, pues el gol anulado a las de Romeu que les daba la victoria a diez minutos del final fue una ‘guarrada’ en toda regla. Pero la historia no se acuerda de los detalles, y la primera derrota del Barça en un Clásico femenino se hizo, finalmente, realidad.

Más allá de caer en un discurso victimista, tanto el entrenador del Barça como las jugadoras que hablaron tras el partido ofrecieron un relato sensacional. Se quejaron de las decisiones arbitrales, pero encajaron su primera derrota con deportividad y entonando un ‘mea culpa’: «No diría que las derrotas son inesperadas, lo son si las sacas de la ecuación y das por hecho que ganarás. No damos ninguna victoria por garantizada. No hemos hecho las cosas bien para ganar como refleja el resultado«, explicaba Alexia Putellas en la zona mixta del Olímpic. Y Romeu, lejos de ‘hacer de Mourinho’, buscar culpables más allá del juego y despotricar del arbitraje para buscar excusas, respiraba sereno y miraba hacia adelante: «No ha sido nuestro mejor día y ellas han estado más acertadas ante portería. Queríamos distanciarnos de ellas ganando hoy pero seguimos estando 4 puntos por encima más el gol average y ahora hay que seguir«.

Aitana Bonmatí dijo: «Lo sentimos, no hemos estado a la altura» y Patri Guijarro manifestaba que «es gol legal y claro que ha condicionado esa decisión, pero debemos ser autocríticas«.

Sin duda, todas las reflexiones fueron en una misma dirección. Tanto jugadoras como cuerpo técnico admitieron que el resultado final había estado condicionado por la decisión arbitral, pero también el no haber estado a la altura de lo que se esperaba de ellas y de su nivel. De alguna forma reivindicaron su aplastante dominio histórico para ponerlo en valor. Nunca una derrota había servido para tanto.