Tenía que ser un lunes -Día Nacional del Barrio de Vallecas- el elegido para el debut de James Rodríguez, el nuevo ídolo del Rayo. Desde bien pronto, su cara y su nombre estaba por todas partes: bufandas, camisetas e incluso caretas con su rostro que portaban los aficionados más ‘intensitos’ porque cada uno anima como quiere.

Pero es que nadie quería perderse el debut de James. Desde Colombia, el país de origen del jugador, hasta Stuttgart. Si, si, Stuttgart. Porque no fueron ni uno ni dos ni tres los aficionados del equipo alemán que, al haber viajado a Madrid para ver a su equipo jugar contra el Real este martes en Champions, decidieron bajarse al barrio para ver el mismo deporte pero de distinta especie. Ni que decir tiene que más humilde. 

El caso es que en cuanto rodó el balón y pasaron los minutos en Vallecas –James empezó desde el banquillo- a la grada ya le empezaban a entrar las prisas por ver al cafetero. «Ya calienta», «Que le saquen ya», «Pero si viene de jugar con Colombia, está en forma», se oía desde la tribuna de prensa. Incluso hubo quien ofrecía «caramelos de café» para calmar los nervios. 

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La espera, eso sí, se endulzó con la remontada del Rayo a Osasuna que allanaba, más si cabe, la salida de James al césped. Cosa que no ocurrió hasta el minuto 87 y que terminó de entonar a una afición a la que los dolores del lunes ya se le habían pasado de golpe. 

Con el balón, poco pudo demostrar el ’10’ pero en un par de toques – qué toques- se metió en el bolsillo a la grada que vio a su equipo ganar y a su estrella debutar. Nada mal para empezar la semana.