El entrenador del Barça de balonmano, Carlos Ortega, hizo el otro día una reflexión muy interesante. «A mí me encantaría ver el Palau lleno, sobre todo en los partidos de Champions porque son únicos. Necesitamos y queremos a más gente. Creo que el Barça tiene una sección de balonmano maravillosa, supercampeona, y hay muchos aficionados y muchos socios que se lo están perdiendo».

Los fieles del Palau saben de lo que habla el técnico, de un equipo que desde hace muchos años siempre responde y da espectáculo, pero lamentablemente ese seguimiento es mucho menor de lo que merecerían todos. Teniéndolos al lado, Ortega lamenta que tanta gente se pierda tantos partidos extraordinarios, pero el balonmano lamentablemente tiene el tirón que tiene en este país, menor del que merece.

Conscientes de ese déficit, fenómenos como Petar Cikusa aparecen como nuevas oportunidades para añadir a nuevos adeptos a la causa. El joven central del Barça, de sólo 18 años, es uno de esos jugadores con ‘duende’ que, con ellos en pista, siempre puede pasar algo distinto en cualquier momento. Su conexión con la grada ya se intuye mágica, como lo ha sido con otros jugadores tan queridos como Víctor Tomàs en su día o ahora Dika Mem o Gonzalo Pérez de Vargas, por citar dos ejemplos actuales.

Tanto Ortega como el seleccionador Jordi Ribera saben la joya que tienen entre manos. También el Barça, que tarde o temprano deberá encarar con valentía las inevitables ofertas que recibirá Petar cuando hablen de renovaciones. El Barça tiene jugadores de clase mundial y es lógico que toda Europa se fije en ellos, igual que el club azulgrana echa la vista fuera cuando lo cree necesario. El club tiene la ventaja de que los canteranos sienten como propio el Barça, pero hay que tener claro que los cracks son cracks independientemente de su mayor o menor rango culé. Esto es deporte profesional.

El propio Petar rehúye de las comparaciones con Lamine, pero el impacto de Cikusa en el balonmano actual se asemeja al de Yamal  en el fútbol y, si hay que recurrir a él para que la gente entienda mejor su caso, bienvenida la comparación. Luego, obviamente, cada uno tiene que centrarse en su deporte, pero el trasfondo también es común: el presente y el futuro, sobre todo el futuro, les pertenecen si siguen con esta evolución y sería una pena que los aficionados se perdiesen algo de los dos.