Ni Iñaki Peña se libró. Varios jugadores del Getafe dejaron un recadito después de cada entrada a los futbolistas del FC Barcelona. Fue una constante a lo largo de un partido que el Barça solventó con un gol de ‘killer’ de Lewandowski, tras otra exhibición de Lamine. Un resultado suficiente para la clasificación, pero corto para el tono que había acostumbrado el Flick Team a su gente. No es fácil jugar contra el Getafe, un equipo con mucha capacidad defensiva, excesiva agresividad, con recados permanentes. Al final Raphinha se llevó una tarjeta amarilla por protestar, siendo el capitán y tras producirse otra entrada reiterada del rival que interrumpía el juego. No es la primera vez ni será la última.

El Getafe basa su juego en la presión y no mete solo el autobús detrás sino que se alarga y presiona delante y tiene llegada. Posee suficientes jugadores con calidad para no tener que caer en el persistente sistema del recado. Aleñá, Carles Pérez, Uche o Borja Mayoral (que falló una gran ocasión en el descuento), por citar solo algunos, dejaron señales de buen fútbol que hacen innecesario un sistema coral de dejar la pierna o desequilibrar de alguna forma al adversario.Tiene en Soria a un muy buen portero y Djené siempre ha sido un central reconocido. Pero como equipo se ha ganado una fama real de agresividad en LaLiga. En Montjüic cometió 15 faltas y llegó al final con posibilidades de empatar y de poner en apuros a Iñaki Peña, muy tranquilo a lo largo de todo el encuentro. No lo logró pero en el terreno de juego del Barça se tenían ganas de que acabara el encuentro.

La victoria fue más justita de lo esperado, ante un equipo que no ha ganado todavía ningún partido en esta Liga y que tiene poca pegada, pero un sistema de presión efectivo. Según su entrenador necesitan 30 disparos para lograr un gol. El Barça debió sentenciar antes y hubiera sido injusto acabar con un empate. Al final se llevó el triunfo con un gol del ‘pichichi’, un gran partido de Lamine, dos mediocentros de tono físico muy exigidos entre los que brilló también Eric, sin fútbol colectivo fluido pero con superioridad evidente. Siete de siete.